viernes, 11 de febrero de 2011

...Atardeceres...

No se que mas decir, no había tenido nada mas que decir, no sabía que decir. He olvidado las cosas que requieren atención, me he olvidado de mis prioridades y hasta de mi misma... Han pasado tres meses en los cuales veía la vida dar tantos cambios, tantas vueltas, pero que ninguna me interesaba lo suficiente como para prestarle la suficiente atención que de hecho requería. Siento como si hubiera perdido mi norte, mi horizonte, mi entusiasmo, mis ánimos... como si de pronto un gran cansancio invadiera mi muy silenciosa soledad, mi tan frío espacio, mi tan ensordecedor silencio. Pero luego, apareció ante mis ojos una luz que, a mi parecer en ese entonces, era como aquella agradable sensación de frescura del campo luego de toda una vida en la muy agitada vida en el muy escandaloso y contaminado aire de la ciudad.
Tantos atardeceres perdidos en mi silencio, tantas lagrimas reprimidas, tanto tiempo perdido se iba a mi baúl personal de cosas olvidadas y que no quieren ser recordadas... y todo por un nuevo comienzo, una nueva aventura, un nuevo atardecer.
Mi entusiasmo no pudo durar menos tiempo.
Al pasar por el dintel de esa tan curiosa puerta me di cuenta que esta metamorfosis es solo una gran farsa, que nada de lo que yo creía que pasaba en realidad sucedía, de que a lo que me aferre era nada mas ilusiones estúpidas, de que yo soy solo alguien mas del montón, nadie especial, nadie que se destaque de la manada... Hasta ayer y solo hasta ayer me di cuenta de lo minúscula que soy, creo que hasta ayer tenia orgullo.
Solo hasta el momento de la caída te das cuenta de lo tan elevado que estabas, y en mi caso fue un golpe terrible, de los que solo por un milagro puedes sobrevivir.
Ahora mis atardeceres vuelven a ser los mismos que en un principio criticaba y que luego quede presa, ahora todo pasa tan lento como solía pasar, ahora me toca aguantar este nudo en mi garganta que en ocasiones no me deja respirar.
Sin nada que decir y mucho que pensar.